Molestias o dolores en la zona de bajo vientre, dolores de cabeza, hinchazón y dolor de los pechos, calambres en las piernas, náuseas y vómitos, dolor en la parte baja de la espalda, fatiga, irritabilidad, arranques de ira, hipersensibilidad emocional… todo un cuadro, una vez al mes, 12 meses al año y durante muchos años… 3 de cada 4 mujeres lo sufre, y no solo ellas, sino que en muchas ocasiones también el entorno sufre las consecuencias.

Hablemos ahora de lo más importante: las causas

A nivel energético y físico, hay un estancamiento de la energía del hígado que no permite que fluya, y por tanto la sangre queda estancada y no puede irrigar bien los tejidos.

Una de las muchísimas funciones que tiene el sistema hepático es el equilibrio de las hormonas, siendo así que la energía estancada del hígado nos afecta con un desequilibrio hormonal y una circulación sanguínea lenta que no irriga suficiente la zona uterina, lo que provoca dolores, problemas de ovulación, coágulos y color oscuro por sangre estancada.

A nivel físico una mala alimentación cargada de grasas, exceso de alcohol y productos tóxicos y pobre en vitaminas y minerales hacen que el higado se inflame causando un mal funcionamiento. También son causa de dolor menstrual enfermedades pélvicas inflamatorias, endometrosis y miomas uterinos.

Causas emocionales

Vayamos ahora a las causas más  importante, a las emocionales que son las que dirigen todo el funcionamiento del cuerpo físico, porque las emociones que más afectan al hígado son la rabia, el resentimiento y la frustración, que tantas veces nos callamos por miedo a la confrontacion, al rechazo y que nos impide decir «NO», que a su vez crean una tensión a nivel muscular, en la que podemos incluir en este caso los músculos del útero, produciendo así el típico dolor de regla.

Ese mismo enfado que aflora cuando aparece la regla y que se manifiesta con pequeñas cosas, que poco a nada tienen que ver con la verdadera rabia guardada en nuestra zona sexual.

Y si al igual que cuando nos rompemos un brazo sera éste el que nos dolerá, no es por casualidad, sino probablemente por causalidad que la ira retenida nos afecta a nuestra parte más esencialemnte femenina, nuestra zona sexual.

Llegado a este punto podemos preguntarnos: ¿Cuál es mi enfado, con quien o con qué estoy enfadada? ¿Acepto mi cuerpo de mujer o lo rechazo? ¿Cómo me relaciono con mi sexualidad, me siento libre o hay algo que me pudiera estar bloqueando? ¿He podido vivir alguna experiencia en mi vida que no me permita vivirla plenamente…? ¿Alguien me ha podido dañar como niña o mujer? ¿Puedo guardar por esa razón y sin yo saberlo rabia en mi zona sexual?

Sé que no siempre es fácil responder a estas preguntas, a veces la principal razón es que ni tan siquiera lo sabemos, pero si de verdad queremos saber, sólo necesitamos empezar a tirar del hilo para que las respuestas vayan apareciendo poco a poco, aunque en ocasiones puedan hacerlo repentinamente.

No deberíamos caer en la normalización de toda esta serie de síntomas cuando lo que está teniendo lugar es un proceso fisiológico, como es la menstruación, que en realidad no debería causar ningún trastorno, porque este es el gran problema, normalizar lo que no es normal, si no habitual.

Lo importante no es únicamente encontrar las respuestas a estas preguntas, si no sanar y resolver todo lo que el cuerpo habla cuando la boca calla.

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Montserrat Chando
Psicoterapeuta
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