Cuando perdemos a un ser querido, sea humano o sea nuestro amigo peludo, en una u otra forma compañeros en el camino de la vida al fin y al cabo, nuestro corazón se rompe por la pérdida. Necesitamos llorar y hacer el duelo, incluso enfadarnos con quien se ha ido, con la vida, con Dios o con quien sea porque ese periodo de duelo es imprescindible para serenar nuestro interior.
¿Que es la muerte?
Para unos la muerte es dejar de existir y por tanto, perder para siempre a quien amábamos. Para otros es ir a algún lugar muy, muy lejos, como por ejemplo al cielo, o al infierno, según nos han hecho creer dentro de la religión, pero seguro que para cada uno la muerte significa algo diferente.
Pero hoy quiero hablar de una realidad que va más allá de nuestros ojos y oídos físicos, porque cuando lloramos por la marcha de un ser querido muchas veces ese dolor nos impide darnos cuenta de que sí, se fueron físicamente, pero a quien amábamos y todavía seguimos amando, sigue estando aquí acompañándonos con el mismo amor, o incluso con un amor mucho más puro que cuando estaba con nosotros a través de los lazos de amor que se entretejen a lo largo de la vida, porque para el amor el tiempo y el espacio no exisiten.
Así, al serenarnos y dar prioridad al amor que sentimos hacia ellos podemos darnos cuenta de que nos siguen acompañando en los momentos felices y en los difíciles. Si acallamos más y más nuestra mente podremos incluso sentir cómo se comunican con nosotros, sea a través de lo que llamamos intuición o bien en sueños, que en realidad no son “sueños” si no la etapa del día donde nos liberamos de las limitaciones del cuerpo físico para poder acceder a ese otro plano.

Claro que nos gustaría que no hubieran marchado, especialmente cuando lo han hecho mucho antes de lo que en teoría habría de ser, pero en el momento que podemos “escuchar” con el corazón, empezamos a darnos cuenta de que siguen con nosotros, en otro plano y en el lugar donde han necesitado marchar.
Hay muchos mundos pero están en este
Y remarco estas últimas palabras porque como almas, no como personalidad, decidimos cuando hacerlo para poder seguir nuestro camino de aprendizaje. Y esto es importante tenerlo en cuenta, porque con nuestro dolor por la pérdida, incluso por sentirnos abandonados, por el inmenso amor que sienten hacia nosotros no pueden acceder al lugar donde necesitan estar y por tanto, la necesidad de seguir con el camino de aprendizaje no se puede dar. Por su puesto que este “lugar” no es físico, si no un plano diferente en el que ahora vivimos , pero que coexiste con el nuestro.
Por una parte vivimos en una época de gran materialismo, pero por otra y como Humanidad estamos dando grandes pasos para salir de él y poder ver mucho más allá de lo que tocamos con nuestras manos y vemos con nuestros ojos físicos. Una realidad mucho más “real” y que no por no verla deja de existir, a la vez que vivir la vida desde esta perspectiva nos enriquece, da profundidad y mucho mayor sentido a nuestras vidas.
Un abrazo y hasta la próxima.
Montserrat Chando
Ver también Psicoterapia Integrativa
.