Cuando nos enfadamos todos podemos sentir como la ira es una poderosa energía que nos empuja a actuar, y que aparece cuando algo nos frustra cuando no podemos conseguir lo que queremos o necesitamos, o cuando se nos daña física o emocionalmente, y también, aunque quizás no sea tan evidente, cuando sentimos miedo para poder defendernos.

 

¿Mostramos la ira o nos la guardamos?

 

Estamos muy condicionados culturalmente acerca de que la ira es mala y que, para ser buenas personas, educadas y adaptadas a la sociedad, la debemos guardar bajo llave. Así crecemos con el miedo de que si lo hiciéramos seriamos rechazados.

Es posible incluso, que hayamos tenido experiencias dolorosas en la infancia, en que como niños sí lo hicimos, y nuestros padres castigaran física o emocionalmente esa expresión, diciéndonos, de una u otra forma: “Eres un niño malo y si no te portas bien no te quiero” Frente a esta amenaza, aprendemos rápidamente a reprimirla para poder adaptarnos a lo que se espera de nosotros.

Pero el problema surge cuando la ira acumulada, incluso durante años, explota con la persona menos adecuada, en el momento menos oportuno y con un intensidad desmedida, para después sentirnos culpables de haberlo hecho. ¿Quién no ha vivido alguna vez algo así? No pocos problemas de relación aparecen cuando esto sucede.

 

 

La relación entre lo físico y lo emocional

 

Todas las emociones que no siguen su libre curso, y quizás la ira es una de las que más, quedan enquistadas en el cuerpo físico y, de permanecer mucho tiempo sin darle salida, llegan a provocar trastornos o incluso enfermedades, puesto que somos un ente global y no hay ninguna separación entre lo físico, mental y emocional. Desde hace ya muchos siglos que la Medicina Tradicional China sabe que la rabia no expresada se asienta en el sistema hepático-biliar, con las consiguientes consecuencias de mal funcionamiento de todo el organismo.

 

¿Cómo afecta la ira no expresada en la familia?

 

Cuando somos niños, percibimos la granpadre chilla a madre, madre chilla a hijo, hijo chilla a sito peluche tensión que crea la ira contenida en el núcleo familiar, como si fuera una gran bomba que puede explotar de un momento a otro, y entonces, por el gran amor que sentimos hacia nuestros padres la absorbemos y canalizamos en forma de rabieta, pataleta, o de cualquier otra forma que nos sintamos capaces de hacerlo, muchas veces provocando la ira de ellos hacia nosotros.

Pero la finalidad ya está cumplida: la bomba ya explotó y se desataron las tensiones de una forma más o menos segura y todo vuelve otra vez a la normalidad, aunque sea a costa de ganarnos una bronca o que se nos diga: “El niño se porta mal, tiene rabietas sin razón alguna”

 

 

La sabiduría de la ira

 

La razón de ser de la ira, rabia o enfado, es poder defenderse y poner límites frente a situaciones que representan una falta al respeto, forma parte de nuestra naturaleza. Es pues de vital importancia que podamos utilizarla de forma positiva, para expresar lo que sentimos, necesitamos y especialmente, para poner límites a cualquier falta al respeto hacia nuestra persona.

Cuando lo hagamos, estaremos por fin respetándonos y permitiendo que nuestra autoestima pueda crecer y ser la protagonista del resto de nuestra vida. A modo de reflexión podemos también replantearnos si es beneficioso para nosotros adaptarnos a unas normas de la sociedad en que se castran los impulsos más sanos y vitales de nuestro ser.

Con frecuencia podemos ver que las personas más “adaptadas” a las normas de la sociedad, son las más enfermas emocionalmente. Y cuando hablo de normas, me refiero a las normas culturales que varían de una sociedad a otra y de una época a otra, según las creencias imperantes, no a las normas universales de respeto hacia todo ser viviente, sin excepción alguna.

 

Saber enfadarse, saber respetarse, antídoto contra la depresión

 

No menos importante es darse cuenta de que cuando la expresamos estamos vacunándonos contra la depresión, y os puedo decir que como terapeuta veo cada día en consulta como las personas que han sufrido depresión durante largos periodos, incluso años, al permiterse expresarla pueden salir del pozo oscuro de la tristeza profunda.

 

persona sale de una cuevca hacia la luz en señal que está salilendo de la depresión

 

Así pues, ¡reivindiquemos la libre expresión de la ira positiva!

Si necesitas aprender a expresarla, pero tienes dificultades, puedes llamarme para una primera sesión gratuita y te orientaré en lo que necesites.

Montserrat Chando
Psicoterapeuta
685.890.497 Barcelona

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