Sobre cómo hablar con los niños, educarles y prevenirles en los abusos sexuales, encontraréis mucha información por internet y en cualquier asociacion. Por eso no voy a abordar este tema desde aquí.
De lo que me gustaría hablar hoy es sobre un aspecto del que poco se habla y es sobre qué transformación interna debemos hacer los padres para que nuestros hijos no se encuentren esa piedra en su camino y si lo hacen, que tengan suficiente autoestima para saber respetarse lo suficiente para decir “¡NO!”. Y esto no es tan fácil como enseñarles de carrerilla todo lo que hemos leído y a la vez creemos firmemente que ha de ser así,
Ser padre es ser un espejo para los hijos
De la misma forma que nuestros padres fueron nuestro modelo y espejo, nosotros lo somos para ellos, aunque en la mayoría de ocasiones nos pase desapercibido. Como niños esto nos creó contradicciones y confusiones, muchas de las cuales perduran a día de hoy, de la misma forma que les ocurre a ellos.
Para cumplir bien el papel de espejo, debemos ver en qué medida les estamos enseñando con nuestros actos y actitud frente a las relaciones y a la vida misma lo que les queremos transmitir con palabras. Porque las palabras se las lleva el viento, pero las imágenes que reciben y los actos que ven y las emociones que perciben, es lo que queda impregnado, de una forma consciente y sobre todo inconsciente, en su mente y modelo de cómo han de ser y comportarse.
Cómo los patrones familiares se repiten
Comento todo esto porque en toda mi experiencia de trabajo en consulta con abusos en la infancia, veo que hay un porcentaje muy elevado de niñas abusadas que sus madres también lo han sido, pero que en absoluto son conscientes de ello. Madres que han sufrido un trauma sexual en su infancia y que de una forma u otra viven en un profundo terror a que esa experiencia pueda aflorar a nivel consciente.
Cuando esto sucede se ha de dedicar mucha energía para tapar todo lo que podría hacer que esto sucediera, y una de las consecuencias es no darse cuenta de que sus hijas están viviendo la misma experiencia, porque entonces su propia experiencia de abusos saldría a la luz
Cuando una persona ya adulta destapa todos los recuerdos inconscientes de abusos sexuales, especialmente cuando se han dado en el hogar, la primera pregunta que se haces es: “¿Cómo es que mi madre no se dio cuenta?” Y en una parte, porque hay más cosas, ésta es la respuesta: el terror a revivir lo que costó muchísimo tiempo y energía en tapar.
Hablo de madres e hijas, porque en proporción acuden muchísimas más mujeres a terapia que hombres, al menos a una psicoterapia que es más “alternativa” a la convencional, pero es exactamente lo mismo cuando ocurre en ellos . Aunque en éste caso, cuando son adultos hay un porcentaje no despreciable que a la vez abusan de sus hijas o de otras niñas. También hay mujeres que abusan de sus hijas, que de todo hay, pero el número es infinitamente menor.
Vemos así que detrás de un abusador podemos encontrar a un niño abusado y humillado. Esto no es una justificación ni muchísimo menos, ya que el abuso a un menor nunca en la vida podrá hallarla, pero nos ayuda a entender las causas para poder hallar las verdaderas soluciones.
Afortunadamente muchos de los que hoy son padres y son conscientes que fueron abusados de niños, cuidan con una especial atención a sus hijos para que no pasen por lo mismo.
Prevenir los abusos sexuales en nuestros hijos
Necesitamos transmitir a nuestros hijos, no las palabras, sino los hechos, sanando las propias vivencias por los abusos sufridos en la infancia, porque a ellos no los podemos engañar, ya que aunque se guarda a nivel inconsciente, perciben que en sus padres hay algo todavía no resuelto y que siguen tapando.
Se hace necesario volver a esa infancia rota para que el niño pueda decir «¡No, nunca más abusarás de mi!», expresar la rabia, e incluso odio, que fue duramente reprimido, desincrustar el asco, sanar la humillación, la culpa y por encima de todo, reestablecer la autoestima, la dignidad perdida y sanar el corazón roto en mil pedazos. Sólo entonces podremos ayudar a que nuestros hijos e hijas no pasen por lo mismo siendo su espejo y modelo de autoestima y respeto personal.
Si en algún nivel u otro todo esto os puede resonar, aunque sea mínimamente, quizás os podáis preguntar ¿cómo se si yo he podido sufrido abusos si no los recuerdo? Os dejo este enlace a otro artículo que espero que os pueda dar alguna respuesta:
Por qué los abusos sexuales de la infancia se olvidan y sus consecuencias
Y ya por último reflejar las estadísticas oficiales y la realidad oculta: 20% en mujeres y 15% en hombres. Y eso significa que si te encuentras en un grupo de 10 personas, 2 pueden haber sufrido abusos.
Mi experiencia en terapia es que solo dos personas de todas las que he tratado eran conscientes de haberlos sufrido, la inmensa mayoría lo descubre a lo largo de proceso terapéutico, por tanto los números bien pueden ser mucho más elevados.
Según estadísticas un 50% es el padre biológico, 30% familiares cercanos de confianza – hermano, abuelo, tío, maestro- el resto se reparte más o menos igual entre el 10% padre adoptivo y 10% personas desconocidas por el menor.
Por edades se habla estadísticamente que lo más frecuente es entre los 9 y 12 años, pero lo que yo veo en consulta, es que se empiezan a una edad muy temprana, 2, 3 o 5 años, e incluso siendo un bebé, y esta es una de las razones por las que se guarda a nivel tan inconscente, aunque no la única. Si, esta es la triste realidad, muchos bebés son también abusados sin que nadie se de cuenta de ello.
¿Quieres compartir este artículo con todas aquellas personas que creas que les pueda ser de utilidad? Muchas gracias.
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Montserrat Chando
Psicoterapeuta
685.890.497 Barcelona
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