No por mucho madrugar amanece más temprano.
Es un consejo muy sabio, pero no se lo des a un impaciente empedernido porque antes de que hayas acabado la frase ya habrá salido corriendo, probablemente horrorizado de que le pidas de que espere a que salga el sol, porque si él pudiera lo empujaría para acelerar la salida.
Y es que la necesidad de que todo vaya rápido es un cúmulo de emociones que se traducen en la aceleración, el estrés y la impaciencia y como emociones no tienen una lógica racional. Pero no olvidemos que tienen la suya propia, incluso como digo muchas veces, tienen su propia sabiduría, que no es racional pero que tiene una razón de ser.
Voy a desgranar algunos de los síntomas más característicos de vivir bajo la impaciencia, fíjate a ver cuántos pueden formar parte de tu vida o de las personas que te rodean:
A menudo las decisiones se toman con cierta precipitación sin la debida reflexión.
Hay dificultad en relajarse, por tanto, existe una tensión bastante generalizada tanto a nivel mental como físico, especialmente en la parte alta de la espalda, los músculos están bastante agarrotados llegando incluso a general dolor. Es una bendición que existan todos los profesionales que trabajan para relajar a nivel físico, pero si no se resuelven las causas nos veremos obligados de por vida a acudir a ellos.
Muchas de las cosas y proyectos que se dejan a medias es por impaciencia, por no tener la capacidad de esperar a que las cosas se vayan desarrollando con el debido tiempo que necesitan. Es muy habitual en niños que se enfaden cuando no le sale algo bien y lo tiren todo.
Todo se ha de hacer rápido, y las personas más lentas producen irritación, incluso si alguien te pregunta cómo se hace algo, prefieres hacerlo tú para no «perder tiempo» en explicaciones. Por este mismo motivo a veces se prefiere trabajar en solitario.
Se captan las cosas inmediatamente y se siente tedio, e incluso irritación cuando la persona sigue dando explicaciones cuando él o ella ya lo ha comprendido al instante. Esto es un suplicio para los niños, y los no tan niños, que captan todo al momento y en cambio se ven obligados a estar atentos cuando el profesor necesita seguir con la explicación para asegurarse que todos lo puedan comprender.
Hay una dificultad importante para esperar a que el interlocutor acabe la frase. Una persona con rasgos importantes de impaciencia la acabará ella. ¡para qué esperar si ya sabe lo que va a decir, vaya pérdida de tiempo!
Y, cómo no, todo esto tiene repercusiones a nivel físico puede incluso generar una movilidad acelerada del intestino, aunque podría llenar bastantes páginas para describir todas la consecuencias físicas a raíz de vivir en un estado continuo de tensión o estrés, que al fi n y al cabo son la misma cosa.
No menos cierto es que en casos de impaciencia importante se genera también angustia, y a la vez la angustia puede generar impaciencia.
¿Te resuena en algo todo esto?
Vamos ahora a ver las causas
Voy ahora a desarrollar las posibles causas, que no son las únicas, pero si las principales, porque cuando sabemos el por qué y sobre todo el para qué, nos es más fácil hallar soluciones.
Vemos que la característica más acusada de las personas impacientes es que todo ha de ir rápido, no pueden esperar, y la razón es porque hay un conflicto con el presente y necesitan adelantarse hacia el futuro, esto pasa incluso a nivel energético, hay un adelantamiento de la energía respecto al cuerpo físico, quizás pueda ser total o quizás parcial.
Y la razón es por miedo a sentir los estados emocionales internos en el presente. Una de las quizás más importantes es el vacío emocional creado por una carencia afectiva, lo más probable originada en la infancia. Es tan grande el dolor por el vacío que se necesita correr para no sentir. Aunque también puede haber un importante miedo a la vida en si misma, ya sabemos que el miedo o nos detiene, o nos hace huir.
Pero hay otra a la vez no menos importante que el miedo y que va muy relacionada con él y es el sentimiento de incapacidad, de no sentirse con suficiente valor y autoestima. Esta emoción es la principal causa, recubierta de impaciencia, por la cual se dejen las cosas y proyectos a medias.
Así vemos que la impaciencia solo es un estado compensatorio para no afrontar la realidad de no sentirse capaz de llevar a cabo lo que nos hemos propuesto. Fijaos que las consecuencias son desastrosas, porque al no ver las verdaderas causas nos fijamos solo con los síntomas, incluso con razones muy lógicas a nivel racional, pero eso mismo nos va a evitar encarar el verdadero problema para hallar la solución adecuada.
He descrito a las personas impacientes en un grado bastante alto, y hemos de tener en cuenta todos los grados que pasan del mínimo al máximo.
Cómo las Flores de Bach nos pueden ayudar
La que aparentemente es la principal es Impatiens -debe su nombre a que cuando las cápsulas de las semillas están maduras explotan ¡y salen disparadas a toda velocidad a varios metros! Así se asegura su reproducción. No todo es negativo en la impaciencia como vemos. A esta similitud entre las características de la planta y sus propiedades curativas se le llama signatura de las plantas.
Si alguno de vosotros os habéis visto reflejados en lo que se ha dicho o en algunos puntos y quisierais tomar la Flor de Impatiens, es probable que desarrolle en vosotros la maravillosa sensación de calma, relajación y de tener tiempo para todo, algo casi impensable para los muy impacientes. Pero también sería posible que al tomarla tuvierais el efecto contrario, especialmente para las personas con un alto grado de aceleración y surgiera más impaciencia todavía e incluso cierta angustia.
La razón sería porque primero sería necesario de resolver, aunque sea en parte, los estados de miedo, carencia afectiva, sentimiento de incapacidad e incluso de angustia, que en realidad, como hemos visto antes, son las causas profundas del estado de impaciencia. Si no actuamos en las causas las consecuencias siempre permanecerán. Ésta es también una de las razones por la cual algunas personas dicen que «las Flores de Bach me han ido mal”.
Para tratar estas causas podemos acudir a Mímulus para el miedo, Heather para las carencias afectivas y el sentimiento de soledad, Larch para tener la autoestima que merecemos y sentirnos capaces de todo y Sweet Chestnut para la angustia.
Como siempre digo al abordar los remedios florales, éstas no son las únicas esencias que necesitaríamos tomar, ya que hay muchos otros estados que posiblemente se deberían tratar juntamente con los descritos, tened en cuenta que esto es solo una mero artículo para dar a conocer el potencial que tienen las Esencias Florales de Bach, no es una fórmula que te la puedas tomar y ya está todo arreglado, aunque puede ayudar, si no que se ha de ver a la persona en toda su globalidad e ir tratando todos los estados que siempre interactúan entre sí, como la pequeña muestra que acabamos de ver con la impaciencia y sus orígenes.
Y esto es lo que se hace en la Psicoterapia Integrativa, se trata a la persona en su globalidad: cuerpo, mente y emociones e integrando diferentes disciplinas que se potencian entre sí.
Si queréis profundizar más en cómo os podrían ayudar las Flores de Bach en vuestro caso en particular, podéis llamar para acordar una primera visita – que es gratuita – en la que podemos hablar de cómo abordar la terapia.
Un abrazo y hasta la próxima
Montserrat Chando
Psicoterapeuta
BCN