No hay una solo efecto – como las dificultades sexuales –  que no tengas una causa y ni una causa que no tenga sus efectos. Y una de las consecuencias directas de haber sufrido abusos sexuales en la infancia son las dificultades y muchas veces incluso, la imposibilidad de mantener unas relaciones sexuales libres, sanas y satisfactorias.

Esto se traduce en:

Ausencia o bajo deseo sexual

Cuando el deseo sexual es inexistente o muy bajo se traduce en frases como: “para mi no es importante” “puedo pasar perfectamente sin tener sexo” “lo hago solo porque mi pareja lo necesita”. Aunque cuando esto suceda lo primero que habríamos de tener en cuenta es que si se están siguiendo algunos tratamientos con medicamentos como los psicotrópicos, los neurolépticos, los antidepresivos, los ansiolíticos y otros somníferos, también pueden inhibir las sensaciones y provocar una fuerte disminución del deseo sexual. El cansancio, estrés o estar en un estado de tristeza o depresión también afectarán. Descartados estos factores vamos a abordar la relación directa con los abusos sexuales.

Cuando existe la falta de deseo sexual, pero se mantienen las relaciones como si no existiera el problema, es muy probable que no se pueda llegar al orgasmo (anorgasmia) creándose en la persona que lo sufre emociones muy contradictorias y negativas. Por una parte, está la satisfacción de complacer y dar a la pareja lo que necesita, pero hay otra parte que se siente pisoteada porque en realidad no quiere hacerlo y sufre con ello.

Esto desemboca en una angustia más o menos profunda porque hay dos partes que luchan entre si, el deseo de dar a la pareja lo que necesita y el resentimiento por hacer lo que no e quiere hacer, que muchas veces no está a nivel consciente y que se aboca en pequeñas o grandes discusiones por cosas que poco a nada tienen que ver con la realidad emocional de la persona que está sufriendo el conflicto. Es triste ver como parejas que de verdad se quieren acaban poniendo en peligro la relación por un trauma que sucedió hace muchos años y que no se guarda recuerdo consciente de él.

Angustia y miedo frente al sexo e imposibilidad de mantener contacto físico

En muchas ocasiones esto impedirá ya de entrada tener una relación de pareja. Pero si se llega a tener, sea eventual o estable, será todavía más frustrante para las dos partes de la pareja convivir con este bloqueo. Quien lo sufre lo hará por partida doble, por querer dar a la pareja lo que necesita y por la imposibilidad de hacerlo. Este bloqueo se etiqueta muchas veces de frigidez por parte de la mujer y puede que algunos casos de impotencia en los hombres. La otra parte, por no saber cual es el verdadero origen del conflicto sexual, lo podrá interpretar como un rechazo y desamor, cuando en realidad su pareja está reaccionando con el mismo terror, asco y sentimiento de humillación y culpa sexual que cuando era un niño o una niña y estaba siendo abusado o abusada.

¿Y cómo se sienta los niños y niñas que están siendo abusados y violados? Aterrorizados, con un asco físico y emocional inmenso, totalmente impotentes, con el cuerpo totalmente rígido por el mismo terror, rigidez que impide, como medida de protección, SENTIR.

Si, esa maravillosa capacidad que tenemos las personas de sobrevivir a los traumas más profundos nos salva. Y a la vez cuando somos adultos, nos condena a vivir en una prisión emocional por el miedo a que si se abren las puertas a los sentimientos, emociones y sensaciones físicas, se abra también la caja donde se guardaron un día todos los sufrimientos infantiles.

Cuando la pareja es una réplica del abusador de la infancia

No pocas veces a la mujer maltratada física y sexualmente le llueve críticas por someterse a su verdugo, muchas veces he oído esta horrible frase “es que quiere que le peguen o abusen de ella”, pero recordemos que cuando se sufren abusos en la infancia la autoestima se destruye por completo, lo que impedirá en la edad adulta expresar las propias necesidades y poner límites a actitudes sexuales no respetuosas.

Especialmente cuando el abusador ha sido el padre o una persona que hay ejercido el papel paterno, frecuentemente la, o las primeras parejas, suelen tener también actitudes sexuales agresivas y con muchas faltas al respecto. Se que es difícil entenderlo desde fuera, pero en la primera infancia se moldeó la forma que hoy tenemos como adultos. Cuando un niño o niña es abusado por una persona que se supone que la ha de proteger y amar, como el padre, se crea la confusión de asimilar abuso = amor.

El profundo vació afectivo no recibido en la infancia se tratará siempre de llenar con la pareja, no importa si también es un abusador porque de una forma u otra la estima inexistente impedirá creer que se merece otra cosa mejor y se caerá en el sometimiento y la impotencia más humillante.

Hiper sexualidad descontrolada

Pero la balanza también puede oscilar en sentido contrario, puesto que el niño o la niña que se ha iniciado en su sexualidad de una forma totalmente errónea y muchas veces brutal, tiene una imagen totalmente distorsionada de lo que es y, como decía más arriba, se quiere encontrar a través de ella el amor que nunca se recibió. Se suma también que a través de tener muchas relaciones sexuales se siente, aunque sea de una forma totalmente efímera y distorsionada, más valorada. Y aquí tenemos otra vez una gran confusión de la realidad: “Si quiere estar conmigo es porque yo valgo” “Si le doy lo que quiere me querrá”.

Aunque para poder hacerlo necesitará desconectarse en una medida muy importante de las sensaciones de su cuerpo y de sus emociones más profundas, desconexión que se inició en los abusos del pasado y que pueden bloquear en un grado muy importante la vida en general y especialmente en el plano afectivo.

Otro aspecto importante cuando hay una hipersexualidad, es que cuando el menor es abusado, paralelamente al terror, asco y rabia, siente placer. Pero esa necesidad de placer, como decía antes, que se ha despertado de una forma destructiva para él, nunca podrá ser saciada de una forma sana, porque la mente, el cuerpo y las emociones están viviendo en la realidad del trauma pasado.

Por eso no nos extrañe que una persona se entregue a relaciones que son incluso un atentado a su integridad física, mental y emocional. Lo grave es que no pueden verlo porque la víctima de abusos se encuentra totalmente rota por el profundo trauma sufrido. Es como cuando un espejo se rompe y ya no puede cumplir la función por la cual fue creado: reflejar la realidad, puesto que esta realidad estará siempre distorsionada.

Tratar los síntomas en lugar de las causas

Por mucho que se traten los síntomas de los bloqueos sexuales queriendo instaurar nuevos comportamientos y estrategias diferentes, si no se contemplan y aceptan las causas será muy difícil llegar a una sanación completa del trauma.

Por eso siempre recomiendo a las personas con conflictos sexuales de sumergirse en el rico y vastísimo reino de la mente inconsciente para investigar si se han podidoi sufrir abusos que han quedado olvidados, para liberar todas las memorias de los hechos, emociones y traumas físicos que se puedan haber vivido y permitir así que nuestra capacidad de sanar pueda actuar con todo su poder, como el Ave Fénix que renace de sus cenizas. Porque de no ser así, como adultos  estaremos ignorando a ese niño o niña que fuimos que fue herido en su corazón y en su cuerpo físco sin comprenderlo y cuidarlo. Y desde mi punto de vista, si no hay comprensión no hay sanación.

Y lo más importante, necesitamos confiar que todas las personas tenemos esa capacidad de sanar, incluso las experiencias más duras. Porque, aunque nadie ha dicho que sea fácil, no hay nada que se nos presente en la vida que no seamos capaces de afrontar.

Un abrazo y hasta la próxima

Montserrat Chando
Psicoterapeuta