El tiempo todo lo cura… ¿o todo lo tapa?

¿Cuántas veces habremos oído esta frase cuando nuestro corazón se rompió? Y si, puede parecer que las heridas se curen a medida que el tiempo va pasando, pero desgraciadamente, cuando son profundas, por regla general confundimos taparlas con sanarlas. Las distracciones, amigos, trabajo, o en el peor de los casos, sustancias químicas, tabaco, alcohol, drogas legales o no, ayudarán a que nos desconectemos de las emociones más profundas que siguen doliendo, porque ¿quién quiere sufrir? Nadie, por supuesto.

¿Ha llegado pues el momento de iniciar un proceso de terapia?

Psicoterapia viene del griego “Psi”: alma. Terapia de “therapia”: tratamiento curativo y el terapeuta es aquel acompaña el proceso. Y esto, en esencia es lo que hacemos, sanar el alma, no elaborar teorías, o darle vueltas y más vueltas a los problemas para hallar una explicación intelectual más o menos aceptable o incluso brillante. No, esto no es  una terapia.

La vía más directa para sanar el corazón es sentir lo que más nos duele, aquello que  durante años, hemos ido enterrando, quizás porque éramos muy pequeños y no guardamos memoria consciente, y porque no teníamos los medios o herramientas para afrontarlos. Es en este punto donde la terapia se hace tan valiosa, porque nos ayuda a desarrollar los medios y capacidad de sanación que todos llevamos dentro y que nos fue imposible hacerlo en su momento.

Muchas personas no entienden el por qué hay que volver a sentir el dolor que necesitamos sanar, si en una medida u otra ya está olvidado. La razón es que puede estar olvidado a nivel consciente, pero no en el inconsciente, por tanto, condicionará nuestra forma de ver el mundo, emociones y conductas. Al revivirlas otra vez, nos posibilitará comprender y sanar lo vivido para poder, literalmente, desincrustar el dolor, no solamente a nivel emocional, si no también físico y evitar así muchos de los trastornos e incluso enfermedades físicas derivadas de los bloqueos emocionales.

Qué es el inconsciente

El inconsciente es como ese sótano o trastero que tenemos en casa en el cual vamos dejando todos los trastos que ya no nos sirven, nos molesta o nos damos golpes que duelen cada vez que tropezamos con ellos. Por tanto cumple una misión muy importante para que tengamos espacio libre para vivir en el día a día.

El problema viene cuando alguno de esos “trastos” que literalmente enterramos en el sótano del inconsciente tienen tanto peso en nuestra vida que hemos de hacer un gran esfuerzo y dedicar mucha energía para que permanezca en él. A veces es agotador estar siempre en alerta para que la puerta no se abra y salga, con lo cual no tenemos las manos ni la mente libres para dedicar nuestra energía a vivir, simplemente a disfrutar la vida.

Quizás este ejemplo os pueda parecer muy exagerado, ya que solo podemos ser conscientes de ello cuando decidimos resolver algo en nuestra vida que no funciona y no sabemos por qué y nos sumergimos en los mares del inconsciente. Es ahí cuando podemos darnos cuenta por nosotros mismos en qué medida los hechos dolorosos del pasado todavía están vivos en nuestro corazón bloqueando nuestro presente.

¿Y qué papel juega el terapeuta?

El trabajo principal del buen terapeuta es ayudar a que la persona se ayude a ella misma. Nunca una terapia se basará en hacer dependientes a las personas, eso no es sanar, eso es dependencia. También es quien conduce a la persona por el camino más recto y directo de sanación, porque conoce el camino, el que le ayuda a encontrar toda la fuerza y poder de sanación en su interior y el que comprende y apoya emocionalmente en todo momento.

Qué se requiere de la persona en un proceso de terapia

Básicamente compromiso, amor y respeto por ella misma. Cuando estos tres componentes son sólidos, el proceso de sanación está garantizado. Que esté garantizado no significa que siempre vaya a ser fácil, porque cuando las heridas causadas por vivencias muy dolorosas son realmente profundas, hay muchos momentos difíciles, pero el amor y respeto hacia uno mismo puede escalar cualquier montaña.

Sanar dentro de un proceso de terapia, acompañados de una mano que sabe el camino porque lo ha recorrido antes, lo hará más fácil. Pero, como decía al inicio, es una opción, lo que no lo es, es sanar el corazón roto, puesto que si no lo hacemos ahora, tarde o temprano la vida nos pondrá una y otra vez el reto delante, quizás a través de angustias, depresiones, con relaciones que no funcionan, o en última instancia con enfermedades físicas, puesto que sanar es una prioridad de nuestra alma, y todo lo que no se sana emocionalmente, en un momento u otro, llegará al cuerpo físico.

En la Psicoterapia Integrativa tenemos herramientas muy valiosas que nos facilitarán el camino, además de la psicoterapia contamos también con las Flores de Bach que sanan las emociones, la Terapia de Regresión que nos desvela las causas que puedan estar a un nivel inconsciente, la Terapia Metamórfica que disolviendo los bloqueos físicos actúa positivamente en las emociones, el Psicodrama que nos ayuda a reconciliar las partes opuestas internas y crea un espacio de diálogo y expresión de lo inconsciente y lo consciente. Y a  la vez también con otros personajes importantes de nuestra vida con los que quedan conflictos por resolver. Una buena herramienta también es la Auriculoterapia Emocional en la que fortaleciendo los puntos reflejos del organismo creamos un buen apoyo físico para la expresión y sanación de las emociones.

Si crees que necesitas sanar un rincón u otro de tu corazón, y crees que te puedo ayudar, puedes llamarme sin compromiso y hablaremos de cómo te puedo acompañar en el proceso. Puedes también dirigir tu consulta a: info@montserratchando.com

Un abrazo y hasta la próxima.

Montserrat Chando
Psicoterapeuta
685.890.497 Barcelona

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