Cuando la relación de pareja empieza a tambalearse, cuántas veces nos habremos preguntado cómo es posible que después de las cosas tan bonitas que se han vivido, las ilusiones, los proyectos, la complicidad, el afecto, parece que todo se esfume, a veces incluso en casi un abrir y cerrar de ojos?
Estar enamorado es algo maravilloso. Claro que si ¿quién no lo ha experimentado alguna vez en su vida? Todo se vive bajo un prisma de sensaciones y emociones agradables y felices. La persona de quien nos hemos enamorado es maravillosa y es como vivir en una nube, todo es casi casi perfecto… ¿o no…?
¿Es enamorarse sinónimo de amar?
No, desde luego que no, aunque en numerosoas ocasiones se confunden ambos. Quizás porque se ha desvirtuado la palabra a lo largo del tiempo y ha perdido su sentido original, porque muchas veces cuando el enamoramiento acaba no empieza el verdadero amor, ya que no está sustentado por una realidad, debido a que estar enamorado es vivir en una burbuja de idealización de quien tenemos al lado y el amar es una aceptación de su realidad y, aun así, tener el sentimiento más noble de amor hacia ella. Enamorarse es muy fácil. Amar de verdad ya no lo es tanto.
¿Cómo y por qué idealizamos al otro cuando estamos enamorados?
Como en todas las cosas pasa por cómo nos sentimos y vemos. Si no tenemos una buena y justa percepción de nuestro valor, veremos a quien tenemos enfrente como alguien muy valioso, cuanto más pequeños nos veamos, más grande veremos al otro. Y si esa persona a quien damos tanto valor y de la cual nos hemos enamorado, se enamora de nosotros, interpretamos que es porque debemos valer más de lo que creíamos y nuestra autoestima experimenta un gran subidón, lo que nos hace sentir estupendamente.
Al mismo tiempo, si existe una carencia afectiva, que lo más probable es que provenga de nuestra infancia, al no haber podido experimentar el afecto o dedicación que necesitábamos de nuestros padres, podemos caer en la trampa de confundir las atenciones y el interés del otro hacia nosotros por el “me quiere”.
Cuando estamos enamorados no vemos la realidad
Cuanta más necesidad de afecto porque se carece de él, más grande será la necesidad de que venga de fuera y por tanto la idealización del otro en forma de enamoramiento. Cuanto menos se valora y quiere uno, más necesidad hay de que personas ajenas llenen ese vacío. Y es a través de las emociones de las carencias que se crea esa burbuja de irrealidad que a veces es enamorarse y que tan mala pasada nos juegan cuando no nos deja ver la realidad.
El problema viene cuando la relación empieza más o menos a consolidarse y se van dejando caer las máscaras con las que queremos atraer al otro y nos empezamos a mostrar tal cual somos, con las partes más maravillosas, pero también con las menos bonitas, por no decir horribles. ¡Se acabó Hollywood y empieza la realidad!
Este es una de las etapas en que, o surge el verdadero amor o la pareja empieza a tambalearse. Lo peor que puede ocurrir y en realidad ocurre, es que cada uno empieza a echar las culpas al otro, en el mejor de los casos a través de reproches y discusiones, en el peor, a través del silencio y distanciamiento en que se va gestado un abismo entre los dos y en el que se va instaurando una relación más o menos cómoda pero vacía y carente de sentido.
¿Qué hacer cuando el castillo de naipes se derrumba?
Primero de todo, ser honestos con nosotros mismos y darnos cuenta en qué medida podemos aceptar la realidad, o en cuál nos aferramos a la idealización que fabricamos en un inicio de nuestro compañero/a, para compensar nuestras carencias, o somos capaces de hallar o aprender a desarrollar en nuestro interior lo que necesitamos y a veces le exigimos. Somos humanos y, en una medida u otra todos pasamos por esta situación, lo importante es darnos cuenta y tomar la responsabilidad que podemos tener, la cual no siempre es fácil de ver.
Y esto es lo que hacemos los terapeutas, somos como una especie de espejo en que las personas se pueden mirar para darse cuenta de una realidad interna que normalmente es difícil de ver por uno mismo.
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Cuando la persona acepta todo lo que ve al mirarse, el camino para redirigir la relación hacia la satisfacción mutua, si es que hay una buena base en ella, se abre de par en par. Si no ha hubiera, el proceso de terapia capacita a las personas a transformar la dependencia en amor y autoestima hacia ellas mismas, la cual es la base para no repetir los mismos errores una y otra vez a lo largo de las diferentes relaciones de pareja, para que, si la relación no es enriquecedora, tener el valor de romper con ella y de la forma menos dolorosa para ambas partes.
Cuando necesitamos ese espejo que se nos proporciona en un proceso de terapia de pareja y una de las partes no está interesada en iniciarla, aunque no es lo ideal, es también posible trabajar solo con una de las partes, ya que, si una hace un cambio, inevitablemente ese cambio repercutirá en la relación, porque como siempre digo, las relaciones son como un puzzle, si una de las piezas se mueve, todas las piezas deberán amoldarse a ese cambio.
Si crees que puedes estar pasando por algo similar en tu relación de pareja, podemos hablar para ver todo lo que se pueda hacer para mejorarla.
Montserrat Chando
Psicoterapeuta
685.890.497 Barcelona
Ver Terapia de Pareja Integral