Hace unos meses que David Rockefeller murió y la noticia me dió mucho de sí para reflexionar.

Fue uno de los hombres más “poderosos” del planeta, si, con comillas. El que extendió una mano comprando voluntades en política y con métodos poco escrupulosos en la economía y con la otra financió fundaciones filantrópicas, solo para obtener beneficios, claro está.

Fundador y uno de los más importantes miembros del Club Bilderberg, que hace y deshace gobiernos y con una estrecha implicación con FMI y el Banco Mundial, responsables del hundimiento de muchísimos países pobres en beneficio de los banqueros. Se cifra que su riqueza neta era de 3.300 millones de dólares.

Y se fue y no se pudo llevar ni un solo centavo, ni uno.

Cuando nació, a pesar de hacerlo en familia millonaria, nació desnudo, como todos. Y tomó su primer aliento exactamente como lo hacemos todos, sin ninguna diferencia.

¿Dónde queda el poder que ejercitó sobre el mundo entero…?

Nada hay que objetar si una persona se hace millonaria desde un trabajo honesto, en absoluto, pero todos sabemos que una fortuna como esta no se amasa desde la honestidad, si no desde la avaricia y la codicia, que a la vez implica traición, estafa, soborno, manipulación y una ausencia total de compasión cuando se pisa al más vulnerable.

 

De dónde surgen la avaricia y la codicia

 

 

Surgen de una extrema pobreza interior en que se tiene la ilusión, en el sentido de una percepción errónea de que lo material puede darnos la felicidad. También hay otra ilusión de que quien tiene mucho dinero tiene el poder. Y si, es lo que vemos en el mundo, quien tiene el dinero tiene el poder. Incluso, la aberración más grande de todas: poder de decidir sobre la vida de otros. Pero en esencia es lo mismo, quien busca su poder en ello, es que está tan lejos de sentirlo en su interior, que cuanto más se aleje de él más se acercará a la ilusión de sentirse poderoso dominado el mundo, o simplemente a mi empleado, a mi pareja o mi hijo.

 

Cómo se cura la avaricia

 

Es cierto que el mundo está enfermo de avaricia, pero en cierto sentido el “mundo” no existe, porque somos todas y cada una de las personas que habitamos en él que lo conformamos. Quizás solos no podamos cambiarlo, pero si podemos cambiar el nuestro y vivir de acuerdo a los principios básicos humanos. Vivir una vida simple, donde la riqueza sea interior y donde lo material cumpla la función de plataforma para el propósito de la vida. Donde pueda a ver en los ojos de cada persona, sea Rockefeller o al que mendiga en la calle como a un ser humano, con el mismo valor independientemente de lo que tenga a nivel material o de los títulos que haya acumulado. Entonces el mundo ya habrá cambiado porque yo habré cambiado. No hay otra forma de hacerlo si no uno a uno.

Pero para ello habremos de sanar nuestros miedos y reemplazarlos por el poder con el que todos nacemos, pero que queda escondido por tanta chatarra que se nos echa encima y que aceptamosgustosos como verdad absoluta. Darnos cuenta de qué es lo realmente valioso que hay en nosotros. Apreciar el valor del verdadero amor que no tiene condiciones,  y ser conscientes  de qué es lo realmente importante y esencial en la vida. Y cuando nos hacemos esta pregunta, surge la respuesta de que en realidad hay bien poquitas cosas que lo sean.

Y ahora una muestra de cómo las Flores de Bach  pueden ayudar:

Mímulus, nos dará corage y valentía ayudándonos a desplegar el poder interior. Larch, nos ayudará a que nuestra autoestima se base en lo que somos y no en lo que tenemos o conseguimos. Heather, despertará el amor en nuestro corazón y sanará las heridas de carencias para que no queramos sutituir el amor por las pertenencias materiales. Vine, hará que surja en nuestro corazón la compasión y comprensión hacia las otras personas.No son las únicas ni mucho menos, esto solo es una pequeña muestra del poder que tienen.

Ellas sanarán nuestras emociones, pero si tenemos la necesidad de ir más allá y conocer la realidad de nuestra propia esencia, deberemos apuntar más arriba y encontrar a quien haya recorrido el camino para que nos lo pueda mostrar.

 

En cuanto a la pregunta que hacía sobre dónde que ha quedado del inmenso poder que David Rockefeller tuvo mientras vivía… solo él lo sabrá.

Lo que si se es que esta vida, como decía Edward Bach, es “solo un día de colegio” y que cuando nos vamos aprendemos de lo vivido y que siempre surgen nuevas oportunidades para poder hacerlo.

Un abrazo y hasta la próxima.

Montserrat Chando
Psicoterapeuta
685.890.497 Bcn

 

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