A cada cerdo le llega su San Martín, este refrán español es muy claro y contundente y en ocasiones podemos comprobar que los resultados de nuestras acciones son más o menos inmediatos. pero ¿que hay de los -y las- que hunden sus brazos y piernas en la corrupción, la calumnia, la avaricia y el egoísmo, siembran el mal y solo saben actuar con malicia sin importar a quienes perjudican, y que, contrariamente a muchas buenas personas, viven tan ricamente o como decimos coloquialmente, se van de rositas?
La Rueda de la Vida
Bien, aparentemente es cierto, pero nada es lo que parece. ¿Qué nos dice sobre esto la Ley del Karma? Pues Karma viene a significar que toda causa tiene su efecto y que todo efecto tiene una causa, es una Ley Universal. También nos viene a decir que el Universo siempre busca el equilibrio y que cuando éste se rompe, todo se mueve para reequilibrarse.
Vale, podéis pensar, pero ¿y los que se van de rositas? Ahí es cuando necesitamos contemplar, como dijo Edward Bach que «esta vida es solo un día de colegio». Lo que significa que en nuestra existencia vamos pasando por muchas vidas, como si empezáramos de parvulitos y acabáramos ya adultos con un doctorado bajo el brazo, en las que en cada una de ellas nos llevamos, o nos deberíamos llevar, un aprendizaje.
A veces hay cursos en los que suspendemos una o varias asignaturas y tenemos que volver a estudiar para apobarr y se nos da, o nos damos, nuevas oportunidades en forma de nuevas vidas para poder hacerlo. Es lo que llamamos La Rueda de la Vida, volvemos a empezar para ver cómo lo vamos a hacer esta vez.
Os voy a poner un ejemplo real vivido a lo largo de una terapia – y quiero dar las gracias a la persona que la protagonizó por su generosidad por permitirme compartirla con todos vosotros- en la que fue necesario trabajar, por un lado, un gran sufrimiento por los hijos y paralelamente un sentimiento de culpa como madre, absolutamente irracional, o sea emocional, ya que no había razón alguna por la que se sintiera así. Cuando esto ocurre, por mucho que trabajemos reeducando o racionalizando las emociones, probablemente los resultados serán muy pobres. Por eso se fue directamente al origen de la emoción de la culpa.
Una vida no es suficiente para aprender
Apareció una mujer al cargo de un orfanato en medio de una cruel guerra y en el cual dejaron de llegar los alimentos necesarios para alimentar a los niños. Absolutamente impotente y desesperada contemplaba como uno a uno iban muriendo de hambre todos, al tiempo que se culpabilizaba de que no hacía lo suficiente para mantenerlos vivos. A pesar de que como quien es ahora comprendió que ella no hubiera podido hacer más y que hizo más de lo que pudo, el sufrimiento y la culpa disminuyeron pero no sanaron.
Fuios entonces a encontrar el aprendizaje que ella necesitaba realizar con esa experiencia y su respuesta fue: «aprender a saber lo valiosa que es una vida humana» Y eso mismo la llevó automáticamente a revivir otra vida más antigua, en que como hombre y en una época de grandes hambrunas, y ya durante toda su gestación y a lo largo de su infncia vivió un hambre tan terrible que le marcó para toda la vida , lo que le llevó de adulto a matar a sus hijos para que no le pudieran quitar su comida.
El auto «juicio final»
Pero se fue de esa vida sin el menor sentimiento de culpa, ni tan siquiera el más pequeño remordimiento en su corazón de piedra. Podríamos pensar que la vida posterior de la mujer en el orfanato fue un castigo por su maldad. Pero nada más alejado de la realidad. Nunca, nunca, ni en mi experiencia personal ni profesional, he visto a nadie que juzgara, ni mucho menos castigara por lo vivido y por nuestras acciones. Muy al contrario, siempre somos bienvenidos y acogidos con todo el amor y respeto.
Somos nosotros mismos, más allá de la personalidad que hemos interpretado, quienes evaluamos nuestras actuaciones y nos damos cuenta en qué hemos fallado y que es lo que nos ha faltado por aprender y tomamos la decisión sobre cómo lo podemos hacer en la próxima vida y las almas que nos va a ayudar a hacerlo. De hecho no hay ninguna relación en nuestras vidas que se sea por casualidad, todo está diseñado en aras de una finalidad muy concreta.
Cuando el corazón de un ser humano se ha convertido en una piedra, a veces se necesitará un trauma muy intenso para que se «rompa» y pueda volver a sentir. Y eso mismo es lo que escogió esa alma, la experiencia en el orfanato. Y fue todo un éxito, ¡lo consiguió! pues sentía verdadero amor por todos “sus niños”. Aunque en esta vida ha tenido que seguir trabajando para sanar las heridas de esa mujer del pasado, como madre ha seguido aprendiendo su lección y ha podido dar todo el amor que ha podido a sus hijos, aunque a veces lo confundiera con el sufrimiento. Pero para eso estamos, para aprender ¡porque esa vida es solo un día de colegio!
Así que, desde esta perspectiva nos podemos ahorrar la «mala sangre» cuando veamos que algún que otro delincuente, especiaalmento los que están en altas instancias, se va de rositas, porque si podemos ver más allá de lo aparente, la realidad es que solo somos parvulitos aprendiendo y todos un día u otro acabaremos con nuestro doctorado bajo el brazo. Las Leyes de Universo son implacables y nunca, nunca hay factura que quede sin pagar.
El aprendizaje es ineludible, el cómo deprende de nosotros
Creo que lo más importante es darnos cuenta de que el aprendizaje es ineludible, tardaremos más o tardaremos menos, pero acabaremos aprendiendo, la cuestión es si queremos hacerlo a través del sufrimiento o a través de la compresión y del amor. En este sentido, y cuando trabajando en las vivencias de la vida presente no se acaban de resolver los conflictos internos o con el entorno, la Terapia de Regresión nos ayuda a tomar conciencia de cuales pueden ser las causas profundas que puedan provenir de aprendizajes que quedaron pendientnes en otra vida y como otras personalidades, para tomar el impulso de resolverlo ahora. Porque solo en el AHORA podemos sanar el pasado y escribir el futuro que deseamos.
Personalmente, y después de haber revivido muchísimas vidas en que lo hecho a través del sufrimiento, ahora quiero aprovechar la oportunidad de hacerlo a través de la comprensión, la compasión y el amor. ¡Me he dado cuenta de que el camino es muchísimo más alegre, corto y amoroso!
Un abrazo y hasta la próxima.
Montserrat Chando
Psicoterapeuta